Sentado en este vehículo militar, después de dejar a la familia unida, mirando la foto de mi mujer e hija, me inunda una profunda tristeza, las ganas de estar junto a ellos y el no poder evitar pensar que si esto me sucediera perdería la vida por ellos.
son ya demasiados meses sin verlos, y demasiadas semanas sin saber nada de ellos, sé que me esperan, que desean volver a estar conmigo pero tengo un deber que cumplir, un juramento del que no puedo rehusar y tampoco quiero hacerlo, ahora mi familia esta aquí, son estos sinvergüenzas que aun a pesar de mi mala uva me acompañan donde yo diga y a la hora que sea, esta calaña de indeseables algunos para la sociedad y que la legión acogió con los brazos abiertos, este pelotón de castigo compuesto por lo más diverso de la sociedad en su plena juventud, comandado por un andaluz de estirpe bandolera y al cual la vida decidió de impulsarlo a este lugar donde ahora se encuentra.
Sigo mirando la imagen de mi mujer y mi hija, en esta fotografía plastificada por aquello de que el frio y la humedad no la corrompa más de lo que ya esta, la cual ha perdido hasta el color de la misma, y arrugada de las veces que ha sido sacada y guardada sin ver como se hacía por el tema del contratiempo que surgen en estos ambientes de conflicto.
no sé cuánto tiempo más queda para volver a casa y estar con ellos, de abrazar a la mujer que amo y hacerla el amor, sin mirar el tiempo, he perdido la noción del tiempo, solo espero despertarme un día mas y aguantar hasta la siguiente noche.
Olor a sangre en los tabiques de la nariz, olor a desencanto, a madera quemada y no de una chimenea con el calor de un hogar, olor a muerte y a tristeza, llantos de niños a lo lejos, que a la vez están demasiado cerca de mí como para hacerme el sordo, olores que día a día nunca se van y tal vez jamás se difuminen de esta mi nariz, tristeza en el ambiente que junto a este frio que hiela la sangre te hace mas desesperante la permanencia en este lugar, tanto es así que el desanimo entra en tu interior preguntándote que cojones haces aquí.
Siga sentado aquí, en este vehículo militar, frío, de color blanco, mirando el retrato de mi familia para que no se me olviden sus rostros, mirando a esa familia que acabo de unir, me embarga una tristeza de la que no sé cómo salir, si esto me pasara a mí, perdería la vida en el intento.
Frio gélido que inunda el alma, que desespera al más capacitado, necesito el calor de la familia pero no puedo demostrarlo, los que me acompañan están igual que yo, no puedo dejar que me vean tan turbado, porque posiblemente sería demasiado para ellos, el ser jefe no es fácil y el mandar hombres desamparados tampoco, solo nos tenemos a nosotros, pará darnos ese calor de hogar que no tenemos, para darles a algunos de ellos ese calor de hogar que nunca conocieron, soy su padre y madre y aun a pesar mide mi edad, ellos lo ven de esta forma.
Sigo sentado en este vehículo militar blanco, con el frio gélido en mis manos y rostro, con el frio gélido que no perdona en el alma, admirando y recordando a la mujer que amo y a la hija que aun no me conoce, solo puedo decirle al viento, que os amo, que os quiero a las dos y a ti amada mía, que te deseo, el olor a muerte y tristeza en el ambiente no sale de estos tabiques atrofiados de tan perenne olor a muerte y desencanto.