Sigo aquí, al lado de este viejo ordenador, sigue lloviendo, desde mi ventana observo como los arboles bailan al son del viento, no son días para salir al monte e intentar evadirme de esta inmunda monotonía que me deja ausente de este mundo, del cual ya poco queda que me pueda interesar, aun así, intento seguir sobreviviendo a esta cruel locura, qué a veces es la soledad, hoy cumple años mi hija, a la cual llevo tiempo sin ver, por la lejanía, los medios económicos y porque ella tampoco hace para estar a mi lado, ya es mayor de edad, puede hacer con su vida lo que le plazca, no soy quién para decirle lo contrario, pero bien es cierto, aunque ella lo niegue mil veces, que su madre ya procura de que esto sea así.
Aun pienso y sueño con ella, cuando de pequeña, me hacia las trastadas de una cría de corta edad, y me enojaba, después a escondidas me reía de sus proezas, no sé que hice mal, ni tan siquiera en estos momentos si fui un buen padre, aun así, sigo luchando por ella y por su hermano, supongo que son las dos únicas razones que hoy me siguen manteniendo en pie, o tal vez, exista una tercera, la cual me ha devuelto un poco de cordura en este infierno que es la vida, Virginia, esa belleza que aun a pesar de saber mi vida, sigue dándome sorpresas cuando menos espero que se produzcan.
Los recuerdos de mis hijos me invaden la mente y el alma, me dejan absorto, sin pensamientos, solo imágenes de días pasados y de una felicidad que perdí y la cual tal vez nunca vuelva a encontrar, se dice que no es el primero ni será el ultimo a quien le suceden estas cosas, a los que los hijos en vez de estar al margen de los errores que los padres cometen, sé involucran siempre al lado de uno de ellos y sobre todo se posicionan al lado de la madre, tal vez, pueda ser porque interpuse mi vida profesional a la familiar y eso quito parte de esa confianza que tal vez los hijos deberían de tener en un padre, realmente no lo sé, no sé si falle o simplemente me deje llevar en la creencia de que todo iba de lujo, creo que me equivoque, y te das cuenta de ese error cuando hayas al amor de tu vida con otra persona, en ese momento, no sabes si suicidarte, acabar con ellos, reírte o llorar, lo que sí es cierto es que no hice nada, solo espere a que el pájaro estuviera solo, fuera, sin nadie delante, fue el momento oportuno de hablar con el de hombre a hombre, como se hace en mi tierra, lo cual me demostró que era un maricon de playa, alguien que se llame hombre al menos se hubiera defendido, este ni tan siquiera hizo un amago por hacerlo, solo hacia cubrirse, en el suelo y por estos mierdas las mujeres cambian a un hombre?, es algo que aun hoy, me sigue revolviendo el estomago.
Estoy aquí, mi botella de dragados y construcciones, mi vaso, mi winston encendido, escuchando la lluvia cantar en la ventana, el palmeo al son de esa música de las gotas que caen en el cristal, el baile de las copas de los arboles al sonido de la misma, mi buen amigo que nunca me deja y mi soledad, demasiada paz buscada por mí, demasiada soledad en un hombre que siempre fue de acción, pero hoy, la gente y el mundo no me aporta nada, que no sea indiferencia, sobre todo cuando la dignidad se vende tan barata y otras veces tan cara, necesito un sorbo de este liquido amarillo fabricado en tierras asturianas antes de seguir pudriéndome por dentro con estos recuerdos que me invaden la mente y el alma.
Por dios que no busque esto, me hicieron coger este camino y en él, se cruza esta belleza, que con su juventud y por voluntad propia, me alegra cada día cuando entre el marco de la puerta de entrada aparece su imagen, su sonrisa, sus ojos y su olor que llena de fragancia esta casa, inundada de tabaco y en muchas veces de alcohol barato, por eso, en muchas ocasiones siempre me pregunto qué hace aquí y que ha visto en mi, sin dejar de pensar en estos veinte años de mas que le saco a ella, y en demasiadas noches, aun estando postrado a su lado o sentado en esta silla, con la luz de este viejo aparato pedirle a dios, si es que existe, que me otorgue el poder elegir tener veinte años menos y el no perder la sabiduría en las maldades y bondades que este mundo y sus gentes me han dejado de herencia, y sobre todo, poder amar y amarla, como ella se merece, ya que esto hoy jamás podre recuperarlo, se vendió, aquel día muy caro.